La resistencia a pesticidas generada en plagas presenta un reto para los productores, sin embargo con un manejo integrado y con soluciones de tecnología regenerativa se puede lograr un control adecuado de las plagas sin generar resistencia.
El mal uso de los pesticidas está causando resistencia en los organismos que atacan los cultivos, lo que es un problema cada vez más grave en todo el mundo. Según ha reportado la FAO, la frecuencia con la que las plagas desarrollan resistencia a pesticidas existentes está aumentando, lo que deja a los cultivos vulnerables. La buena noticia es que existen opciones para proteger las cosechas.
La resistencia a pesticidas ocurre cuando una población de organismos (insectos, hongos, plantas arvenses) desarrolla la capacidad de sobrevivir a la exposición a ciertos productos químicos. Como resultado, a medida que las poblaciones se vuelven resistentes, se necesitan dosis mayores de pesticidas y/o productos químicos más tóxicos para lograr el mismo nivel de control.
La resistencia genética es conocida, pero también existe la resistencia no-genética. Este tipo de resistencia ocurre cuando las especies se adaptan y sobreviven a cambios o riesgos. Sin embargo, la resistencia a pesticidas parece estar ocurriendo más rápido que la evolución "natural". Esto se debe a que hay individuos con predisposición a resistir que ya existen antes de que se dé el contacto con la sustancia. Además, cuando una sustancia tóxica entra en contacto con una población, algunos individuos son más resistentes que otros, y los individuos que sobreviven se aparean entre ellos, lo que aumenta la resistencia en la próxima generación. A este fenómeno se le conoce como cuello de botella, ya que reduce la diversidad de la población a un pequeño grupo del cual se construirá la siguiente generación.
Si la presión para seleccionar es fuerte, como sucede con los pesticidas actuales, el problema se agrava. Si hay un pequeño grupo de individuos que resiste esta presión gracias a su genética, la mayoría de los organismos que se reproduzcan también serán resistentes o al menos portadores de los genes de resistencia.
Los organismos pueden cambiar sus hábitos rápidamente para evitar o superar las barreras que les presentan. Muchos insectos pueden evitar los pesticidas sin necesidad de desarrollar una resistencia genética. Por ejemplo, los thrips han aprendido a "tirarse" de las flores para esconderse bajo el acolchado cuando escuchan el ruido de arranque de las motobombas.
La industria ha respondido al aumento de la resistencia a pesticidas con técnicas más agresivas, como el aumento de la dosis de pesticidas o el desarrollo de nuevas sustancias con modos de acción ingeniosos y diversos. No obstante, las plagas han evolucionado durante miles de años para resistir cambios, estamos entonces en una carrera armamentista difícil de ganar.
Si bien los insectos son expertos en reproducirse y sobrevivir, no vemos una sobreabundancia de ellos debido a que son la base de la cadena alimenticia. Aves, peces, reptiles, anfibios, plantas, hongos y bacterias se alimentan de ellos, y muchos artrópodos también dependen de estos. En situaciones donde no se pueden introducir otros depredadores, como en un invernadero o en un campo de maíz, los hongos y bacterias pueden ser una opción viable.
En Tierra de Monte desarrollamos un sistema para el Manejo Integral de Plagas que utiliza comunidades de entomopatógenos diversas para controlar las plagas sin generar resistencia. La clave es una cuidadosa selección de los microorganismos para asegurarnos de que trabajen en conjunto de manera efectiva. Este es el origen de dos de nuestras soluciones de control de plagas: ProTG y de LanZ, un equipo de microorganismos diverso, balanceado y cooperativo con una actividad insecticida rápida y eficaz.
En conclusión, cada vez más agricultores mexicanos utilizan una solución innovadora y efectiva para controlar plagas en sus cultivos. Esta solución se basa en cooperar con los mecanismos de la naturaleza para proteger los cultivos, en lugar de librar una guerra frontal que fortalezca a las plagas. El uso de hongos y bacterias entomopatógenos evita la resistencia, protege la salud de las personas, los polinizadores y otros insectos benéficos. Esta opción es atractiva y segura para el campo mexicano, ya que permite reducir el uso de pesticidas, aumentar la productividad de los cultivos y mejorar el flujo económico.
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